Hello My Dear 。。。
Esta noche actualizo con algo nuevo para el blog, en lo personal me gusta mucho leer (: y agradezco poder encontrar gran emoción al tener un nuevo libro en mis manos o simplemente encontrar aquel título que tanto busque.
Conozco muchas personas que les “aburre” o “se duermen” de solo pensar leer un libro y eso entristece, más en un país como el mío; donde ver un partido de futbol o chismear sobre un artista es más importante que compartir todo lo que un buen libro nos brinda.
Es por eso que decidí tomar ciertos “relatos” o “recopilaciones” que a mí me gusten y espero a ti también. Ya que para poder encontrar un cierto amor por la lectura depende de encontrar el libro o autor indicado que te enamore♥
Aunque si estas renuente al hecho de leer, mostrarte una gran obra con 500 páginas podría incluso asustarte; pero que tal ¿poco a poco? .Es por ello que deseo compartir ciertos relatos o recopilaciones de libros que he leído que espero te gusten o agraden y cada que el título de la entrada sea #RelatosDeUnaNoche puedas venir con confianza a conocer ese granito de lectura diaria que todos deberíamos convertir en un enorme castillo de interés.
Bien, después de esta leve introducción; te ofrezco el que inaugurará nuestra querida entrada. Pertenece a uno de mis autores favoritos del cual te hablaré en una futura entrada ya que existe cierta controversia con sus libros y me gustaría mucho brindar mi opinión al respecto mostrando lo que bien puede defender a un autor como él que es su trabajo. Sin desviarme más honey…
“Leo en un portal de noticias de Internet: el 10 de julio de 2004 se encontró en la ciudad de Tokio un muerto vestido con pijama.
Hasta ahí, todo bien; creo que la mayoría de las personas que mueren con pijama:
a) Mientras dormían murieron, lo que constituye una bendición.
b) Estaban junto a sus familiares o en una cama de hospital o en una cama de hospital: la muerte no llegó de repente, todos tuvieron tiempo de acostumbrarse a « la indeseada de las gentes, como la llamada el poeta brasileño Manuel Bandeira.
La noticia continúa: cuando murió, estaba en su cuarto. Por tanto, eliminada la hipótesis del hospital, sólo nos queda la posibilidad de que muriese durmiendo, sin sufrir, sin darse cuenta siquiera de que no iba a ver la luz del día siguiente. Pero queda una posibilidad: asalto seguido de muerte.
Quien conoce Tokio sabe que esa gigantesca ciudad es al mismo tiempo uno de los lugares más seguros del mundo. Recuerdo cierta ocasión en que paré a comer con mis editores antes de seguir de viaje al interior de
Japón: todas nuestras maletas estaban a la vista, en el asiento trasero del coche.
Inmediatamente dije que era muy peligroso, seguro de que pasaría alguien, las vería y desaparecería con nuestra ropa, documentos, etcétera. Mi editor sonrió y dijo que no me preocupara: no conocía ningún caso semejante en muchos años de vida (efectivamente, nada ocurrió con nuestras maletas, si bien yo estuve tenso durante toda la comida).
Pero volvamos a nuestro muerto en pijama: no había señal alguna de lucha, violencia o cosa parecida. Un oficial de la Policía Metropolitana, en entrevista al periódico, afirmaba que con casi total seguridad murió de un ataque súbito al corazón. Por tanto, descartamos también la hipótesis de un homicidio.
El cadáver fue descubierto por empleados de una empresa de construcción, en el segundo piso de un edificio, en una urbanización que estaba a punto de ser demolida. Todo nos lleva a pensar que nuestro muerto en pijama, ante la imposibilidad de encontrar un lugar para vivir en uno de los lugares más densamente poblado y caros del mundo, decidió simplemente instalarse donde no tenía que pagar alquiler.
Y entonces llega la parte trágica de la historia: nuestro muerto era solo un esqueleto vestido de pijama. A su lado, había un periódico abierto, de fecha 20 de febrero de 1984. En una mesa próxima, el calendario marcaba el mismo día.
O sea, que llevaba allí veinte años.
Y nadie lo echó en falta.
El hombre fue identificado como un ex funcionario de la empresa que construyó la urbanización, a la que se mudó al comienzo del decenio de 1980, después de divorciarse. Tenía poco más de cincuenta años el día en que está leyendo el periódico y de repente abandono este mundo.
Su ex mujer no lo buscó nunca. Fueron a la empresa en la que trabajaba, descubrieron que se había declarado en quiebra después de concluir las obras, ya que no se vendió ningún piso, y por eso no les extraño que el hombre no apareciera para sus actividades diarias. Buscaron a sus amigos, que atribuyeron su desaparición a haber perdido algún dinero prestado y no tener forma de pagar.
La noticia termina diciendo que los restos mortales fueron entregados a su ex esposa. Yo acabé de leer el artículo y me quedé pensando en esa frase final: la ex esposa seguía viva y, aun así, durante veinte años, nunca buscó a su marido.
¿Que debió pasar por su cabeza? Que él ya no la quería, que había decidido alejarla para siempre de su vida, que había encontrado a otra mujer y había desaparecido sin dejar rastro, que la vida es así mismo: una vez concluidos los trámites de divorcio, carece de sentido continuar una relación que ya quedó legalmente concluida. Imagino que lo que debió de sentir al enterarse del destino del hombre con quien compartió gran parte de su vida.
Enseguida pensé en el muerto en pijama, en su completa, abismal soledad, hasta el punto de que nadie en el mundo entero se dio cuenta de que durante veinte largos años había desaparecido, sencillamente, sin dejar rastro.
Y concluyo que peor que sentir hambre, peor que sentir sed, que estar desempleado, sufriendo de amor, desesperado por una derrota…
peor que todo eso es sentir que nadie, pero absolutamente nadie en este mundo, se interesa por nosotros.
Recemos en este momento una oración en silencio por ese hombre y agradezcámosle que nos haga reflexionar sobre la importancia de nuestro amigos.”
Hay tantas cosas en esta vida que no valoramos, que tenemos y sentimos que por el hecho de poseerlas como todos no se merecen un “Gracias” porque está implícito. Pero nada en esta vida existe sin razón esas personas que tienes a tu lado, esos seres queridos que están a tu alrededor que no piden nada a cambio de brindar esos momentos que han compartido contigo deben ser agradecidos.
Tu pareja, mejor amig@, aquellos hermanos con los que puedes pelear sin fundamentos, tus padres, tus abuelos, esas personas incluso que conoces por internet pero que sus pláticas podría no tener fin y en quien has encontrado lo que en otros no, todas esas personas que son “alguien” para ti merecen un “Gracias…”, “Gracias por estar a mi lado y brindarme la dicha de tenerte en mi vida”.
Incluso a ti, que lees esto y me compartes tus opiniones, tu apoyo o muchas cosas más.
Sabes de mi existencia y yo te agradezco por ese interés, no tendría nunca con que pagar la generosidad que me brindas aun si nunca nos hemos visto de frente.
Sabes de mi existencia y yo te agradezco por ese interés, no tendría nunca con que pagar la generosidad que me brindas aun si nunca nos hemos visto de frente.
Espero te haya agradado esta entrada, y nos leemos en la próxima entrada….
En el próximo Relato de una noche ♥
